Me siento en la hamaca para mirar al cielo y escuchar, así me lo pide Sharli: "mientras hago café, venga, a ver cómo te sientes después", y así lo hago... al poco tratando de sentirme absorta no puedo evitar coger el cuaderno:
"En general nunca me han gustado demasiado las tardes, quizás porque hay en ellas una apacible belleza que no soy capaz de atrapar, tiendo a pensar que son "lo que queda del día"... y antes, antes no era tan "así".
Las de primavera y otoño, como ahora, siempre me hacen retornar a mi niñez esa extraña y lejana época feliz que apenas ya parece mía.
Veo edificios e imagino a sus habitantes tras las ventanas ya encendidas haciendo una vida normal, a gusto, ignoro cualquier problema que puedan tener para mi todos son libres y están contentos haciendo lo que les viene en gana... y pienso que puede que esa niña esté habitando aún tras esos edificios, quizás es por todo lo que ya no puedo, quizás ahora, las tardes me llevan más a un "nuevo final por fin" que a un nuevo principio tras el descanso de otra jornada llena de anécdotas, quéhaceres, diversión... vida.
Simplemente ver el efímero atardecer, sentir cómo decrece el ruído del día, de los coches, de las obligaciones y es sustituído por sonidos, melodías, visiones cuyo delicioso volumen aumenta... pájaros, brisa, cielo, colores, niños, juegos, autobuses de vuelta a casa... me transporta a una infancia casi onírica mientras mi actual yo sobrevive en su mayoría esperando, soportando, aguardando... como una eterna condena que empezó alguna vez.
...y sin poder "irme a soñar al fin" como antaño soñaba abrazando la almohada, pensando que todo era posible, que de hecho todo iba a suceder tal y como lo soñara aquella noche de cientos o miles... cuando aprendía apenas a caminar en lo incierto sin saber nada, antes incluso de entonces, cuando aún nada había ni siquiera sucedido.
Puede que empezara a hacer cosas de mayores demasiado pronto y sin embargo, aún tengo tanto que crecer, que hacer, que vivir, que aprender...
Ya casi es de noche, aún no cerrada.
Como escuché ayer al protagonista de una película... "tras seis veranos y dos millones de años".
Océano Mar.