Me disponía a escribir dejándome llevar por esa sencilla y recurrente frase... "Un viaje sin retorno", quizás porque mañana vaya a hacer uno, y es importante. Pero me di cuenta al instante de que todos los viajes lo son, de que cada palabra, frase, gesto, decisión, mirada, sonido, imagen, caricia, poema, canción, ruído, grito, sentencia, juicio, abrazo, paso o quietud... Lo son.
Incluso cada segundo y cada aparentemente inocuo sorbo de aire...
Cada comenzar, cada primera vez...
... Y cada última.
Hasta la muerte.
Así que (a persar de mi notable incontinencia verbal) ahí lo dejo, aunque con la primera frase hubiera sido suficiente...
...O no...