viernes, 23 de marzo de 2012

Al Cirujano del Cielo...

 
Al Cirujano del Cielo...
 
Tras nueva caída al vacío, renací y elevando alas me lancé sin miedo al océano profundo y oscuro de las aguas que un día te prometí. Fuera del tiempo y del espacio convenido, no sé si importa, no sé si huibiera sido mejor de otro modo... al fin di a luz... al fin se acabó un parto demasiado largo, el hijo encogido en mi vientre, aullando de dolor por salir.
 
Mar.
 

Resucitar en el árido cielo de un mar exiliado del universo

de Alberto Trinidad, el Domingo, 6 de noviembre de 2011


Pataleo dentro del ataúd; la tierra húmeda filtra la saliva del cielo y la bebo. Azul, respiro bocanadas de ocaso; pataleo y agito la cabeza hasta que consigo agrietar el montón de nube que me entierra… y amanezco, rebroto, emerjo como una planta demente, huérfana y paralítica que babea un lenguaje recién aprendido.
Respiro. Me unto del tejido celeste que me acoge. Apalabro sentencias que mi mirada propala allende las narraciones.
Respiro. Sudo líquido amniótico (como escarcha moribunda) que las linternas de la noche lamen o sorben con el afán de competir (jugosas) con el cántico de los grillos (neo-sirenas terrestres). Shh, silencio… Desato las huellas de mi porvenir, las abandono en el lecho marino de mi tumba recién abandonada, y avanzo sin pasos hacia ese horizonte difuminado que la madrugada decapita. Avanzo sonriente, recién resucitado, hacia la absoluta oscuridad de lo concluido…, de lo decaído. Soy un acróbata de lo desvanecido, el prestidigitador barato que troca esperanzas en iluminaciones fugaces.
Deambulo esquelético de sentido hacia la dirección obtusa de tu cuerpo en la lejanía. Me callo, desprendo muerte y carne, vida y pellejo en este tránsito que me lleva desde mi ataúd hacia ninguna parte.

He abandonado el cementerio de palabras que bajo tierra me recitaba todo lo logrado; la tumba donde yacía derrotado y convencido. Seis años después me incorporo de este marasmo de sentido, pena, amor y delicia y alzo los miembros, como un vulgar Lázaro desaventajado que siquiera tiene el privilegio de contemplar a Cristo frente a su decrépita desnudez.

Alcanzo la orilla nublada de tus antiguas caricias. Paseo sin recuerdos sobre ese cálido manto mentiroso de silencio que dibuja sobre mi piel la condena de no volver a verte nunca más.

Muerto, resucitado tras los años, abrazado a este cadavérico osito de peluche que es mi esperma macerado en tu corazón exiliado de mí. Abro la boca como quien quisiera iniciar la conversación definitiva. Abro la boca y me trago todo el océano Atlántico. Ensayo gestos para atraerte y provoco temporales de susto sobre este mundo nuestro que desaparece.

Camino. Soy el pastor de las olas que borran los besos de los enamorados. Respiro. Soy el vendaval que destroza los hogares de los que nunca supieron alzar su mirada al cielo. El cielo… El cielo ahueca en su corazón un latido irreproducible y acomoda en él mi silueta por si acaso. Hinco mi mirada en sus entrañas; sé caminar, equilibrista, por sus bordes, sin caerme demasiado, apoyándome felino en los flecos marinos que engatusan a mis brazos. Y así, paso tras paso, me pierdo y sumerjo en esta nueva muerte sin cementerio ni tumbas que me acoge en el porvenir, lejos de tu recuerdo, de mis batallas, de la última oportunidad; allí donde mi insospechada sonrisa me espera, solazada e ingenua, tras tanto latido y suspiro. Allí donde ya no es necesario escudarse en un nuevo sueño, donde la esperanza ya no me asfixia cada amanecer orientándome la mirada hacia horizontes inasequibles…

Sí… Renazco, me invierto, sonrío sin la pena de los años precedentes, beso los labios de lo incumplido y me extiendo en esta nueva hierba donde no crece nada. «No fui lo suficientemente hombre para las mujeres…». Respiro, cierro los ojos y aguardo el fin del Universo…

de Alberto Trinidad, el Domingo, 6 de noviembre de 2011



viernes, 2 de marzo de 2012

Red Cherrys...

"Red Cherrys", por Océano Mar, 2012

Estaba yo mirando gambas (Red Cherrys)... soñando con seguir poblando mi pequeño mundo sumergido... llenándolo de vida...
 
Antes, mis mundos sumergidos sólo existían en mi imaginación, ahora casi pego la nariz al cristal y contemplo fascinada el ciclo... aletas velo desplazándose en el agua, silenciosas, branquias de carne, burbujas, hilos verdes, el murmullo imaginado de los peces en celo, camaleónica piel que se hace blanca y rosa perdiendo sus aristas negras preparando el lugar de la puesta... otro parto, tercer intento... los pequeños platys valientes con sus diminutos cuerpos nadando entre el musgo y las bocas de las colisas... la danza de la alegría tras la cena, la preciosa coral de la resurrección nocturna tras cada día...
 
... anestesiando, acallando los gritos y tambores en mi cabeza molida... machacada.
 
La casa en silencio al fin tras la terrible mañana, nódulos infectados, agujas y sangre, sillas de rueda que me hielan el alma y que miro de soslayo fingiendo indiferencia, sólo el borboteo del agua y tu andar de ida y venida previos a la cama, tú, mi vida que duermes, tras las notas de tu "Faith" con mis aullidos de dolor de mundo... y tu cansancio y tu amor, nuestro amor... las patitas de Lola en celo, su ronroneo lleno de ansiedad en mis rodillas y las Red Cherrys en la pantalla... tratando que la bradipsiquia inoculada con la maldad que sólo algunos pueden no me robe lo aprendido sobre ciclos de CO2 y O2, nitritos, nitratos que aún no comprendo teñidos de verde malaquita, de azul de metileno... (malditas medicinas, pobres peces...) intentando comprender otras formas de vida tan ajenas y tan cercanas, vidas, de estudiar y conocer biotopos sumergidos para emularlos en un pequeño rincón de la mía... soñando...
 
... soñando, estudiando, reteniendo, aprendiendo y atando... hoy te sé, mañana te olvido...
 
(¿cómo respiran las plantas?)
 
... maldita mielina, malditos tambores...
 
... podría llorar hasta llenar un 500 l. con mis lágrimas y bautizar en ellas a los peces mutilados, a los pobres payasos odiosamente llamados nemos, a los niños rotos que aprendieron a llamarlos así, rotos ya desde la médula de sus padres indecentes.
 
Rotos niños sin futuras alas, rota yo con ellas, con las mías puestas y sin viento... madurando la orgía de asco que hoy me habita en aguas más oscuras, mucho más que las que contemplo, las imaginarias, las que siempre me acompañaron y advirtieron, las que me salvaron de ser uno más entre la mierda.
 
... mi escondite...
 
... mi escondite pisoteado, ninguneado por la química cuyas fórmulas básicas y dadoras de creación que no de muerte trato de retener en mi mente obtusa, coja, destruída...
 
Reíros de los muertos... sí que perdimos la fe...
 
Yo no puedo.
 
No puedo porque soy uno de ellos.
 
Un cuerpo de carne muerta con un alma que se sale por cada agujero y poro, que desafía las leyes físicas aún en una sala de espera de hospital... y si me hubiera ido antes, ahora, en mi epitafio se leería entre lineas: "LOCA... LOCA ENTERRADA..." pero no me fui todavía y estoy más cuerda que nunca por eso sé que mi asco es tan real como vuestra risa.
 
Me mandan "un chico mono" para irme a la cama en forma de estúpida foto llena de repugnantes músculos artificiales, lo vomito en modo "ocultar" y me acurruco aterrada en la esquina del sofá al que le crezco, mirando de nuevo al mundo que aborrezco, a esa parte de mundo que siempre me avocó a llevar cola de pez y a echar agallas.
 
Cuántos seguís sin saber qué es el amor...
 
No os entiendo, no hablo vuestra lengua... miento: ya no la quiero hablar más.
 
Me llenaron de veneno esos que también se ríen de los muertos, qué diferencia puede haber.
 
Aquí abajo también hay luz a pesar de lo negra que veis mi alma y es mucho más luminosa que cualquiera de vuestras vulgares carcajadas, está limpia, inmaculada, no está manchada de sangre ni de hipocresía... ya ni siquiera de "adaptación al medio"... no cambio mi registro por casi nadie, se acabó la edad de la inocencia salvo para los portadores de luz, los únicos seres que merecen habitar este planeta, los únicos que lo acabarán heredando si les dejáis algo que heredar.
 
Estoy luchando sin descanso, los míos luchan sin descanso: por vivir, por ser respetada... cuánto he gritado con mi etiqueta de loca para no acabar equivocándome en nada... en nada, hasta los terrores más escondidos se hicieron realidad...
 
Cómo entiendo a los "Hannibal Lecter" del arte...
 
cómo a Goya y a Giger y a Witkin...
 
... cómo a la Kalho y a su bigote, a sus pesadillas en vida, a su fuerza...
 
Dividida entre la mestiza realidad mágica y la pureza hiperbórea... de ambas bebo por igual... aunque no sepa más de lo que aprendí, y aunque lo olvide mañana... aunque mi cerebro mutilado por las torpes y burdas manos de seres infectos no sea capaz de expresarlo ni retenerlo...
 
Malditos sanadores embusteros, todos, los que venden "ortodoxia" y los que venden "magia".
 
Y que vivan los poetas que valientes como mis pequeños platys se balancean ante las fauces de los monstruos sin miedo a ser devorados porque saben... saben que el ser humano siempre acabará devorándose a sí mismo. Que el ser humano es el único monstruo de una historia que él mismo se inventó.
 
Ojalá se la lleve el viento convertida en cenizas algún día, y no quede luz en el universo que la recuerde ni pueda emularla.
 
Ombligos sedientos de antropocentrismo...
 
Vuelvo al "modo" Red Cherrys, a mi rincón, a mi victoria y a mi tragedia... rebosante de amor... en mi cenote azul imposible, limpio y calmo, hermoso, transparente... plata licuada, delicada orfebrería de acuarela...
 
... ya os vomité.
 
 
 
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